La tercera de las causas expuestas en nuestro artículo ¿Estáis preparados para quedar en persona? para retrasar la primera cita cara a cara a la hora de encontrar pareja tiene que ver con esa costumbre exclusivamente humana de disfrazarnos con mentiras.
Y en este caso no me estoy refiriendo a esas pequeñas mentiras con que barnizamos nuestros pequeños desconchados vitales (un par de años menos por aquí, un poco más de pelo/pecho/estatura por allí...). Esas mentiras, sin son leves, son subsanables en las primeras fases cuando se quiere encontrar pareja.
No. Me estoy refiriendo a mentiras fundamentales, a esas que soltamos para tapar una realidad que daría al traste desde el inicio con nuestra incipiente relación, esas que cuando se nos pone en la tesitura de enfrentar los otros ojos con los nuestros hacen que nos preguntemos:
¿Y ahora cómo se lo digo?
En el a veces caótico proceso de encontrar pareja hay mentiras que se cuentan antes de que el amor alcance al que las vierte, otras que confiamos que el tiempo transforme en verdad con su mero transcurrir, pero sea como sea un día nos encontramos ante la disyuntiva de hacernos esclavos de una mentira con una corta esperanza de vida o de contar la verdad que debimos haber contado en su día, ponerle remedio y confiar en que nos perdonen.
Y mientras se toma la decisión, o se espera que el tiempo transforme la mentira en verdad y nos libere de todo mal, vamos dilatando y dilatando ese primer encuentro.
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