Te registras en la web para encontrar pareja de tu elección. Rellenas -si los hay- los oportunos tests de compatibilidad (y en el caso de psicum el test grafológico), subes tu foto, editas tu perfil y... ¡voilá! ya estás en el mercado.
Haces tu primera búsqueda y, como es la primera, te concedes el lujo de ser exigente. Encontrar pareja en internet a veces es un poco como hacer la compra online, sólo que aquí el precio eres tú y claro, hasta que no interactúas con los/as candidatos/as no sabes cuánto vales para ellos/as y por lo tanto si llevas suficiente encima.
En ese estado de cosas les suele surgir a las mujeres una duda (la mayoría de hombres ya adelanto que no precisan consejo para adoptar la segunda opción) ¿Seleccionamos un candidato y vamos a por él o todo lo que más o menos nos pueda cuadrar lo vamos metiendo en la cesta y ya iremos descartando en el futuro?
Quizás la segunda alternativa no tenga aparentemente mucho que ver con el romanticismo que solemos asociar al proceso de buscar pareja, pero una de las ventajas de internet es que la mano dereha no sabe lo que hace la izquierda, así que en aras de la eficiencia y en el bien entendido de que este estado de poligamia virtual sólo es adecuado para el proceso preliminar de la búsqueda de pareja no está de más pescar con red en lugar de con caña.
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