martes, 25 de diciembre de 2012

Quiero encontrar pareja estas navidades


Tendemos a pensar que los sentimientos son impermeables, que brotan de forma espontánea en nuestro corazón, ajenos a la realidad -o a la percepción que tenemos de dicha realidad - que nos envuelve.

Pero no. Cuando verbalizamos un sentimiento o un anhelo de sentimiento tal como "quiero encontrar pareja", lo hacemos respondiendo a una combinación de estímulos que nos llegar de forma más o menos perceptible desde el exterior, y que en nuestro fuero interno hacemos reaccionar bajo una toma de decisiones como la expuesta. 

Así, cuando nos decimos Quiero encontrar pareja, lo hacemos motivados por una serie de estímulos que tienen tanto que ver con nuestros propios biorritmos como con inputs de diferente naturaleza que captamos de nuestro entorno. Lo veremos mejor con un ejemplo aplicado al título de nuestra entrada de hoy.

Llegan las navidades y estamos solos. Llevamos solos -pongamos- ya varios meses, pero nuestro ritmo de vida frenético y algo salvaje desde un punto de vista social no nos ha llevado a considerar como algo relevante y de urgente solución nuestra situación personal. 

Pero entonces llega la navidad, las vacaciones. Disponemos de más tiempo para pasarlo con nosotros mismos, y por si fuera poco nos asaltan los diferentes compromisos sociales. Comida aquí, cena allá, aperitivo por el otro lado. Amigos, familia, amigos de la familia, familia de los amigos... y en todos los sitios y compañías, la misma pregunta: 

- ¿Y tú no tienes pareja?

Y no, no tienes pareja, y ni tan siquiera te habías planteado que no tenerla era algo anómalo. Y respondes.

- No, no tengo. Y tampoco quiero encontrar pareja.
 
Pero luego llegas a tu casa, y tu casa parece más grande, fría e impersonal que cuando la dejaste unas horas antes. Y le echas una segunda manta a tu cama, y duermes unas pocas horas. Y a la mañana siguiente, sin ser consciente del por qué, murmuras:

- Quiero encontrar pareja estas navidades.


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