Dicen que la vida es lo que nos va ocurriendo mientras hacemos planes. De forma parecida, el amor serían aquellas experiencias que tenemos en lo que esperamos que aparezca nuestra pareja ideal.
Quiero decir con esto que todos tenemos una idea más o menos clara de cómo debería ser la pareja que queremos encontrar, nuestro ideal de amor. Esta idea puede evolucionar a lo largo de nuestra vida, pero siempre subyace y de alguna manera condiciona nuestro grado de satisfacción respecto de las parejas que realmente encontramos.
Acontece entonces que tendemos a superponer a nuestra pareja real sobre el cliché que nos hemos creado respecto a la pareja que nos gustaría tener, y las diferencias existentes las colocamos en el debe de nuestra pareja, como si la misma fuera culpable de no corresponderse de manera milimétrica con nuestro arquetipo de media naranja.
La situación se agrava aún más en aquellos casos en que no contentos con establecer una comparativa entre la pareja que acabamos de encontrar y nuestro ideal de pareja, hacemos lo propio entre aquélla y el resto de parejas que hemos tenido. Aún peor, llegamos a comparar la pareja que acabamos de encontrar con una selección de las virtudes de cada pareja que previamente hemos tenido, obviando además los defectos de las mismas.
- Pues fulanito era mucho más fogoso que tú (también era mucho más infiel que tú, pero eso no te lo reconocerán nunca)
- Pues menganita en esto me hubiera apoyado (y luego te hubiera pedido prestada la visa)
Desde Quiero encontrar pareja os recomendaría que supiérais diferenciar entre el concepto de situación ideal y la realidad misma, y le diérais a la realidad la posibilidad de demostrar que -en ocasiones- supera cualquier ideal previamente elaborado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario