Con este título disfrazado de galimatías quisiera referirme hoy más en profundidad a esa discrepancia que apuntaba en el artículo Encontrar pareja o el juego de las comparaciones con respecto a nuestro arquetipo de pareja ideal y la pareja que realmente encontramos.
Efectivamente, quien más y quien menos tiene en mente el compendio de virtudes y atributos que debiera atesorar una persona para convertirse en nuestra pareja ideal. Si fuéramos requeridos para ello, fácilmente podríamos enumerar las características imprescindibles y las ideales que debería reunir ese arquetipo que hemos forjado en nuestra mente.
Sucede que en cambio luego poco o nada tienen que ver las parejas que efectivamente tenemos con ese ideal de pareja que nos hemos construido. Y no solamente existen serias discrepancias en las características ideales o sublimadas, sino que los propios requisitos básicos que nos habíamos autoimpuesto a la hora de encontrar pareja son sistemáticamente incumplidos por el/la nuevo/a inquilino/a de nuestro corazón.
Esta divergencia sería difícilmente asimilable en cualquier otro campo distinto del referido a la acción de encontrar pareja. Difícilmente alguien entra en un concesionario para comprar un deportivo y acaba adquiriendo un monovolúmen, o que alguien que se declara vegetariano convencido llene el carrito de la compra de chuletas. En cambio, por alguna razón aceptamos como habitual y hasta lógico que alguien que en periodos de soltería emocional proclama que sólo podría enamorarse de alguien -pongamos- provisto de un inquebrantable sentido del humor acaba emparejado/a con una persona eternamente malhumorada.
¿Dónde está aquí el punto de fuga?. ¿No sabemos lo que queremos o nos conformamos con querer lo que no queremos?. En próximas entradas profundizaremos en Quiero encontrar pareja en este curioso asunto.
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